La Adoración es el momento más sublime de sometimiento y humillación. El Salmo 95: 6 dice: “Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el SEÑOR nuestro Hacedor"
Hablar de adoración, es comprender que su verdadero significado implica sublime postración y humillación. Es algo que va más allá de los cantos, de levantar manos o de una liturgia. No lo podemos observar como algo de forma, sino de fondo. Claramente el postrarse literalmente significa estar boca abajo con el rostro sobre la tierra como se describe varias veces en las Escrituras:
"... Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró ..." Josué 5:14.
... y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios ..." - 1Corintios capítulo 14: 25
Al analizar el significado de postrarse y adorar, podemos notar que es algo más que una postura física, de hecho la postura física en la adoración solo es una consecuencia no planificada por la persona, ante su necesidad y deseo de rendir culto a Dios. La postración entonces nace de un reconocimiento espiritual que la percibe acerca de Dios. Este reconocimiento espiritual, lleva al adorador a tomar una actitud en donde se involucran todos sus sentimientos y emociones en una forma plena, obligando prácticamente al cuerpo a obedecer a lo que internamente está sucediendo.
Sería un error comenzar la adoración desde la postura física y no la espiritual, por esto la adoración no puede darse por una simple invitación de hombre o una mujer, que desde una plataforma pide a los presentes levantar las manos. Levantar las manos, humillarse y postrarse debe nacer desde el espíritu de la persona.
Lo que intento decir es que el proceso de postración sigue un patrón establecido por Dios, el cual comienza en el espíritu, sigue en las emociones y la mente, para luego terminar en el cuerpo, así que invertir el orden sería un error, esto porque las Sagradas Escrituras indican que carne y sangre no pueden adorar a Dios, es algo que queda plenamente claro pues Dios solo puede ser adorado en Espíritu y en Verdad. Juan 4:23.
Este tipo de adoración, nos lleva directamente a la humillación, que es algo que muchos seres humanos no desean. Dios lo pide. Miqueas 6:8 “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el SEÑOR: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
En el Antiguo Testamento aparecen dos verbos del hebreo: uno es "ka-ná" el cual significa someterse sin oponer ningún tipo de resistencia y el otro es "scha-fél" que significa estar bajo, sometido debajo de una autoridad.
Así que si la adoración no nace de la obediencia previa, de nada vale postrarnos a menos que sea en arrepentimiento. No existe adoración sin humillación y sometimiento por parte del que adora.
En el Nuevo Testamento encontramos términos que son traducidos del griego como: tapei-nóō - frēn , “humillar” y “mente”, lo que podemos entender como una humillación mental consciente. El apóstol Pedro nos invita en un día como hoy a humillarnos en una forma plena: I Pedro 5:6 “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.